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Pendón

Alcorlo y su Pendón.

Alcorlo en su día tuvo su pendón, como podemos corroborar con las fotografías existentes de los eventos festivos de la década de los años setenta.
No podemos asegurar el color exacto ni tampoco si llevaba algún tipo de adorno o señal impresa pero todas las personas mayores que lo conocieron coinciden en que era rojo y lo portaba y un gran mástil, el conjunto tenía que ser manejado por varios jóvenes para sortear el tendido eléctrico de alguna calle.
La idea de recuperarlo surgió de María Ayllón con el fin de no olvidar nuestra historia. Guiándose por sus recuerdos confeccionó uno imitando a la prenda original y ahora hemos querido actualizarlo modificando la parte lateral creando unas olas y añadiendo unos flecos.
Todo el contorno lleva unos flecos de pasamanería formado por pequeñas olas en color azul y dorado. Es evidente que actualmente Alcorlo tiene mucha relación con el agua y por consiguiente las olas. El azul da significado al agua y el dorado a la riqueza y nobleza de sus gentes.
Es conveniente aclarar que un pendón no representa ninguna simbología religiosa, solamente representa el poder, el prestigio y el orgullo de un lugar, pueblo o población.

Historia de los Pendones de Castilla.
Con la evolución de villas y ciudades en la Baja Edad Media en Castilla y León se empezaron a conceder pendones, por el rey, para uso exclusivo de estos municipios, denominados pendones concejiles, cuyo color más usual era el rojo carmesí.

En un principio, el pendón era un ejemplar único y distinto, utilizado exclusivamente por la persona o institución que era su titular. Si desaparecía o se deterioraba era reemplazado por otro que no necesariamente había de ser idéntico en color o diseño, bastaba con que incluyera los emblemas que identifican al titular. Iba unido a un asta para ser portado en comitiva, formación o desfile.

Cuando en la batalla se perdía el pendón, o caía en manos del enemigo, se procuraba recuperarlo a toda cota. Muchas de las fiestas populares de España tienen como origen la obtención de un pendón perdido en batalla. Muchos de ellos se ostentan hoy en día con orgullo en las fiestas populares. Esta costumbre hunde sus raíces a fines del siglo XIV, cuando en todos los municipios realengos de la Corona de Castilla comienza a celebrarse el nombramiento de un nuevo monarca mediante el “alzamiento del pendón” real y/o el del concejo.

El pendón real que se alzaba en las ciudades durante las proclamaciones, contenía el escudo real bordado en el centro de una rica tela de damasco de color púrpura o carmesí. En algunos lugares además o en lugar del pendón real podía alzarse el propio de la ciudad, muy habitualmente poniendo el escudo municipal en el centro de una tela carmesí o púrpura, a veces el escudo municipal se disponía en el anverso y las armas reales en el reverso. Es por ello que, con tiempo, muchas banderas provinciales y municipales hayan acabado siendo rojas o moradas.